Foto: Yasuyoshi Chiba
MAFARANA / Las ancianas, algunas de considerable dimensión, otras diminutas, van apareciendo entre restos de sueño y primerizas sonrisas a un campo de tierra. Se diría que acuden a una reunión tradicional, a alguna ceremonia o al mercado semanal si no fuera porque en lugar de cestas con frutas o fajos de madera cargan bolsas de deporte sobre sus cabezas. Y porque las deportivas que sujetan en sus manos lucen tacos usados.
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