
OPINIÓN / De nuevo se sumergirán bajo la tierra. Quizás sin que sus padres o hijos o hermanos hayan visto que llegaron a salir de ella. Antes del amanecer —era lunes— una lengua de barro se deslizó de la montaña de azúcar. Así se llama, Pan de Azúcar (Sugar Loaf), el cerro cuya cima se desprendió un lunes de mediados de agosto, abatido por las fuertes lluvias sierraleonesas, cubriendo barrios, calles y hogares; atrapando centenares de sueños, males y deseos, de los que aún dormían. Y así murieron, colectivamente, algunos bajo un techo de lata, otros bajo una casa recién construida desordenadamente.
https://elpais.com/elpais/2017/08/17/opinion/1502988289_286505.html